martes, julio 17, 2007

SILICON VALLEY RENACE CON UNA NUEVA FORMA DE NEGOCIO

Con más de medio millón de patentes en cinco años, el mayor número de empresas de alta tecnología por kilómetro cuadrado del mundo y la mayor concentración de capital riesgo de todos los Estados Unidos, Silicon Valley es la meca de la tecnología y de los nuevos lanzamientos. Allí, las nuevas generaciones de jóvenes emprendedores de todas las etnias sueñan en lenguas muy diversas entre sí.
Sin embargo, todos persiguen el mismo sueño: seguir las huellas de aquéllos que, en un pasado más o menos reciente, consiguieron triunfar. En cambio, los métodos para lograrlo han cambiado, y mucho.

En otro tiempo, según la ley del cofundador de Intel, Gordon More, era la tecnología la que marcaba el paso cada 18 meses, duplicando la finura de las elaboraciones tecnológicas y disminuyendo los precios casi en la misma proporción. Hoy, tras el pinchazo de la burbuja de Internet y los años de estancamiento superados gracias a la Web 2.0, esta explicación tecnológica ya no es suficiente.

Porque los que ahora dirigen el ritmo cada vez más trepidante del Valle del Silicio son las sucesivas generaciones de los nuevos empresarios que, desde hace pocos años, proceden de diferentes etnias. Primero los nuevos inmigrantes, sobre todo británicos, seguidos de los alemanes, unos cuantos franceses y algún italiano. Después, los jóvenes hindúes. Y ahora, los chinos, pero también los rusos, los ucranianos y los de otras etnias eslavas.

La estética de la bonanza

A pesar del bloqueo de los visados, por la política de fronteras cerradas puesta en marcha por George Bush tras el 11 de septiembre, nada o casi nada ha impedido a las mentes más brillantes de la tecnología confluir en Silicon Valley.

Los efectos de la transformación que se está llevando a cabo están a la vista de todos los que atraviesen en coche los tres condados de Silicon Valley, con sus pequeñas colinas, sus pequeñas ciudades sin centro y sus infinitas zonas empresariales anegadas en césped.

El ejemplo más significativo es el de los palacetes, sedes de las oficinas. Por ejemplo, los que hay en torno a Coyote Hill, cerca de Palo Alto, donde, entre otras, está la sede del centro de investigación PARC de Xerox. Después del pinchazo de la burbuja de Internet, los palacetes habían quedado desiertos y vacíos: cientos de miles de metros cuadrados visitados sólo por los guardias de seguridad encargados de protegerlos.

Un nuevo modelo de negocio

Hoy están volviendo por sus fueros (y el precio por metro cuadrado está subiendo de nuevo como la espuma), gracias a algunos viejos gigantes en busca de nuevos espacios, pero sobre todo gracias a nuevas empresas fundadas por jóvenes aspirantes a ser Bill Gates o Steve Jobs. O mejor, dicho, aspirantes a ser clientes de Larry Page y Sergey Brin, los dos fundadores de Google, con un patrimonio personal de 16.600 millones de dólares cada uno.

Porque el vínculo que une a los nuevos genios del ordenador es su escasa voluntad de crear empresas de largo recorrido. El objetivo ahora es vender el negocio de arranque lo mejor que se pueda a uno de los colosos como Google, Oracle o Hewlett-Packard.

Eso fue lo que hizo, por ejemplo, Evan Williams. Nacido en Nebraska en 1972, es uno de los jóvenes empresarios-millonarios de Silicon Valley y el representante de esta nueva tendencia. Williams la aplicó a Pyra Labs, la empresa que creó junto a su colega Meg Hourihan. A partir de finales de los años 90, ambos habían intentado desarrollar un nuevo tipo de software, al tiempo que buscaban financiación entre los inversores privados.

En dos años, en vez de producir la aplicación deseada, sólo consiguieron poner en marcha un pequeño software inicialmente pensado como instrumento interno de comunicación para compartir la información. Se trataba de Blogger (El servidor en el que hospedamos y desde el cual ofrecemos nuestras noticias a nuestros lectores), el primer software para la creación de esos cuadernos de bitácora online o weblog, que hoy constituyen uno de los más populares instrumentos del nuevo Internet, la llamada Web 2.0 o social Networks (redes sociales).

Idea ganadora

La idea ganadora de Williams y Hourihan fue la de poner su software gratuitamente a disposición de cualquiera que quisiese abrir su propio blog en la Red. Les faltaba sin embargo un plan comercial, e incluso el dinero para pagar los sueldos de sus escasos empleados. De hecho, Hourihan y buena parte de los trabajadores dejaron la empresa a comienzos del milenio.

Pésima decisión, porque, unos meses después, en 2003, se presentaron a la puerta de Williams los representantes de Google para comprar la empresa, en la que se habían quedado, además del fundador, sólo otros cinco ingenieros.

Hoy, Williams, tras haber abandonado Google en 2004 y gracias a las decenas de millones de dólares cobrados, fundó dos nuevas empresas. Primero Odeo y, después Obvious Corp. Incluso lanzó una nueva tecnología, Twiter, una especie de sistema de mensajes a través de la Red, que ha sido definida como "el blog del futuro", con la cual probablemente espera repetir el golpe de Blogger.

La historia de Silicon Valley

Los orígenes de Silicon Valley se remontan a la segunda década del siglo pasado, cuando comenzó la producción artesanal de válvulas termoiónicas para los primeros radioaficionados americanos.
El espíritu de los radioaficionados fecundó el Valle, haciendo nacer todo un haz de empresas dedicadas a la tecnología, gracias sobre todo a los generosos pedidos militares logrados durante la Segunda Guerra mundial y durante las guerras de Corea y de Vietnam.
Entonces nació el espíritu de Silicon Valley. Un espíritu antiguo, que comenzó con Bill Hewlett y David Packard, fundadores del actual fabricante de ordenadores HP. El suyo fue el espíritu de grandes empresas, pero hoy las cosas han cambiado.....

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